domingo, 27 de março de 2011

Platónico

Una noche lluviosa, un mensaje. A pesar de la lluvia salgo a la calle, porque pocas cuadras al este se encontraba mi amor platónico, al cual hacia un año no lo veia.

Mi amor platónico, lo mas próximo que había encontrado de la perfección. Ante mis ojos era una de las más bellas criaturas y, ante mi corazón, era una de las más fascinantes almas con la que me había cruzado.

Y la lluvia se manifestaba en todas sus formas, pero era insignificante para mí. Hablar con mi amor platónico sobre amores y desamores, en un café tomando té, era todo lo que necesitaba para que mi corazón palpitara más fuerte y me hiciera recordar que la vida no sólo puede ser divertida, sino también bonita. Sus ojos brillantes, verdes a veces y miel otras cuantas, su nariz pequeña y perfecta, el cabello dorado que me encantaba. Sus manos delgadas me recordaban lo bien que se sentía abrazarle, así como sus palabras me recordaban lo feliz que puedo llegar a estar.

Su sabiduría venida de tierras no tan lejanas, su idioma tan cercano, su nueva gruesa voz, que había creado luego de vivir en el lugar de voces altas y egos inflados; todo ello me robaban varias sonrisas mientras lo escuchaba y lo veia, satisfaciéndome, anotando cada palabra en mi cerebro, cada historia, cada frase. Su risa agitada era una explosión de endorfinas que recorrian cada vena y me llenaban de colores: verde, dorado y miel.

La hora de la despedida, con lluvia encendida y paraguas enredados, saltando charcos y esquivando indigentes, fue breve y sentida. Su mirada brilló ante mis ojos y casi me lancé para darle un beso, pero no lo hice, pues no suelo hacerlo. Su abrazo cálido casi me obliga a decirle esa frase, a revelarle que es mi amor platónico, pero comprendí que al decirlo dejaria de serlo, y el anhelo de verlo nuevamente algún dia en enero, perdería sentido.

quarta-feira, 9 de março de 2011

#floripafeelings



Eu tentando tirar uma foto de mim sentado nas escadas da igreja em Sto. Antônio de Lisboa, em Florianópolis. Foi a única tentativa, de súbito apareceram dois caras falando enrolado, me pedindo uma seda para bolar um...como eu já tinha fumado o meu, fui embora me disculpando por não ter papel para seu charuto. Minutos mais tarde eles já tinham ido embora, mas o cheiro ainda estava.

Saudade desse tempo de fim de verão, a areia nos dedos, nas unhas, nas orelhas e nos dentes. Saudade da Ilha da Mágia...