quarta-feira, 24 de fevereiro de 2010

summer love

lo mejor de aquel verano era levantarme con el olor de las pinturas de óleo. Daniel pintaba todas las noches, sagradamente desde las 2 hasta las 8 de la mañana, de modo que al levantarme, tanto las telas como la sala tenían ese olor a aceite linolèico, óleo y pinceles sucios.

Sin embargo, en quien pensaba todas las mañanas no era en Daniel, sino era en Luisa. En sus cabellos rojos, en su risa escandalosa. En ese abrazo casi agresivo que me daba cada vez que me fumaba un cigarrillo.

Cuando volvì a São Paulo el olor de Luisa se confundió, infelizmente, con el olor de las pinturas de Daniel, con el olor de su sexo, con el olor de sus cabellos rubios. Y su recuerdo era cada vez mas fuerte, aunque su presencia se hacía cada vez mas lejana. Debo confesar que el alemán que me cautivó en aquella noche de copas locas lo hizo gracias a su olor similar al de Luisa, sin contar el hecho de tener unos rizos tan rojizos como los de ella. Era Luisa, solo que con un pene en medio de las piernas. Y tenía una cámara fotográfica de los años 70.

Dos dias después, conocí a Kris, un norteamericano que tenía el mismo cabello de Daniel; inclusive tenía su mismo acento al hablar español. Reía con ganas, tenía unos labios rojos como el fuego y unos ojos azules como la pintura de Daniel, aquel azul intenso, vivo, delicioso. Con Kris el deseo incontrolable se acentuó, tanto que quisimos revivir el ambiente de Carnaval carioca en un callejón de São Paulo. Fue en mi casa en donde consumamos el acto, encuanto Daniel pintaba desnudo en la sala. Mientras besaba a Kris pensaba en las nalgas de Daniel, en lo sensual que él era desnudo con un pincel en la mano, mientras sentía el olor de pintura entrando por la parte de abajo de la puerta.

Cuando Kris se fue recordé la noche con Luisa en Bogotá, sus abrazos, sus besos, su piel, su olor. El olor de las pinturas de Daniel junto con mi imagen mental de sus nalgas me acompañaron antes de dormir, mientras me acordaba de los duros labios del alemán y de sus manos sobre mi cabello. Abracé el cojín naranja en forma de pelota de basket, el mismo que había recibido de Danilo, acomodé mi almohada de plumas y recordé cuán triste es dormir solo, después de haber amado a tantas personas en tan poco tiempo.

segunda-feira, 22 de fevereiro de 2010

mis nostalgias

mon amour:
aqui hay alemanes,
italianos,
japoneses
y brasileños

un colombiano perdido por ahí
como muchos en esta selva de piedra
unos rizos rojos en la distancia
un aroma de risas y alegría

uma saudade
um beijo
tudo tão longe
e você aqui tão perto

pero seria tan chévere darte un pico
y reirnos de nuestro despiste
tomarme un café, fumarme un cigarro
mientras frunces el ceño y me das un abrazo.