venganza,
odio y rencor.
Y doy vueltas sin poder dormir
pensando en lo abominable.
De repente, la Luz:
creo en el Karma.
Respiro.
Me aquieto,
y logro dormir.
Al día siguiente, un regalo:
un marcador para tablero.
Dudando, no lo tomo;
lo dejo pasar.
Luego en casa, recuerdo el Karma
y percibo:
El marcador que yo tenía ha desaparecido.
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